Una escuela desconectada
El temario de los colegios de primaria: lengua, matemáticas, conocimiento del medio,… es básicamente el mismo que el de los años 70 del siglo pasado. Todos los meses de septiembre los padres tienen que comprar dos o tres kilos de libros en papel, a unos precios disparatados que mantienen uno de los últimos negocios rentables de las editoriales.
Un negocio basado en vender toneladas de papel con contenido ligeramente modificados cada año y con la “trampa” de que no puedan ser reutilizados. Cada vez es más común ver como se organizan mercadillos y sistemas de intercambio de libros de texto dirigidos a familias que simplemente no pueden afrontar pagar 300 € por unos libros y cuadernillos con unos costes de creación y fabricación que seguro que de una décima parte de su coste de venta.
Los niños hacen sus ejercicios con lápices y gomas de borrar, cargan con pesadas mochilas llenas de kilos de papel, y de vez en cuando tienen una clase de “Informática” normalmente desconectada del resto de sus asignaturas.
Sin embargo esos niños llegan a su casa y utilizan todos los dispositivos electrónicos que tienen a su alcance de forma totalmente natural: para jugar, para buscar información, para relacionarse,… y realmente viven dos mundos diferenciados: el sistema de aprendizaje de su colegio y los dispositivos con los que adquieren gran parte de la información y conocimiento en su vida diaria.
No es un problema económico. Las posibilidades de dispositivos muy baratos y flexibles como Raspberry Pi, Chromebook, Lego Midnstorm o de la gran oferta de tablets baratas, son enormes para la escuela.
No se trata irse al otro extremo: abandonar el papel y las destrezas tradicionales, muy necesarias para un niño, pero ambos mundos, el de la escuela y el de el día a día de los niños, podrían acercarse un poco. Algunos colegios están atreviéndose ya.
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